lunes, 3 de septiembre de 2007

Algo que declarar. Creatura nº 19.

Algo que declarar. David González.

Después de una corta, gracias a Tomás el librero, espera llega a nuestras manos el nuevo libro de David González, Algo que declarar (Bartleby editores). Una nueva entrega de la poesía de David González a la que podemos aplicar todos los calificativos que ya empleamos anteriormente al hablar de este poeta: poesía humana, reivindicativa, de carácter social, narrativa, de poco arraigo lírico, cortante, prosaica, antipoética en ocasiones ¿Hay algo que añadir pues a lo dicho? ¿Contiene algo nuevo este libro, esta reseña? Sí, evidentemente. En Algo que declarar descubrimos un nuevo punto de vista desde el que David González hace llegar su poesía. Descubrimos el viaje como elemento unificador y casi eje central del poemario. Largo sería que ahora y aquí reflexionáramos sobre el papel del viaje en la historia de la literatura. Insinuemos apenas que a la hora de contar un viaje el narrador siempre nos acercará dos: el viaje exterior con sus paisajes, costumbres y demás y el viaje interior, la marca que el paso de los kilómetros y el tiempo ha dejado en el narrador .Así sucede en Algo que declarar. Ya desde su título intuimos su carácter viajero (situémonos en una aduana donde alguien nos pregunte si llevamos o no algo que precise ser declarado) aunque también biográfico (de nuevo la biografía del poeta encauzando su poesía, su estancia en la cárcel donde todo ha de ser declarado, su vocación de luchador contra todo y que por tanto siempre tiene “algo que declarar”). Según avanzamos en su lectura encontramos el viaje en la mayoría de los poemas, bien el viaje de ida o el de vuelta a casa. Recorre el poeta San Lorenzo del Escorial, Barcelona, Blanes, París, Huelva, Mérida y en un crucero Italia, Grecia y Turquía. Los medios de transporte aparecen también como medios desde los que el poeta nos hace llegar su mirada poética. Así el tren, la carretera nevada, el barco, la furgoneta, el autocar le sirven a David González de mirador desde el que tratar de aprehender un instante de vida (la vida entera no cabe en un poema) y llevarlo ante el espectador – lector. “Tren estrella /con destino/ Barcelona / y de allí/ a los sueños/ de cualquiera/ poetas incluidos”. Estamos pues ante el viaje exterior hacia Barcelona y el interior hacia los propios sueños, de poeta o de lector. Y estamos ante un poemario que en ocasiones se trasmuta en Diario de Viaje, como esos diarios de viaje de pintores o fotógrafos, diario no a base de imágenes sino de palabras e historias.Un último apunte sobre la poesía de este asturiano. Tras su visita y su recitado comprendimos al fin una de las claves que empuja su poesía: la rabia. Con rabia masticaba las palabras para el público que lo escuchó recitar en el Poesía en los bares y con rabia está escrita su poesía. Con una rabia infinita de ser humano marginado, de ser humano privilegiado, de ser humano torturado y torturante. Con la rabia de ser, simplemente, un ser humano. “La imagen que me viene/ la visión poética/ si se puede decir así/ es la de unas manos/ agujas de verdugado/ hilo de bramante/ y los labios de cualquiera de nosotros.” “Somos dioses/ con complejo/ de hombres.”