martes, 26 de enero de 2010

NIEVE ESTÚPIDA

Ha nevado estupidamente. Ha nevado encima de los coches y de los tejados. No ha nevado en las calles. La nieve es melancólica. Es blanca y no suena. Cae blanda y lenta, como llenándote el corazón. Y la nieve pone triste. Todo se vuelve blanco y mejor. Y los niños gritan y se tiran bolas de nieve. Una mujer en la cama me dijo que estaba deseando que volvier a nevar para arrojarse sobre la nieve y tirar bolas y no sentir los dedos del frío. Su deseo se ha cumplido.
Yo me pregunto por qué la nieve es blanca y no roja. Sería mucho mejor. A veces quieres que la vida exprese por ti las cosas. Que lo diga. Y nada mejor que una nevada roja, una nevada ensangrentada y furibunda. Pero la nieve es melancólica y blanca. Y hay que mirarla así.
A veces digo si la vida es justa habría de suceder esto, pero es sólo cuando olvido que el mundo ya es justo. Que sucede lo que ha de suceder. Sin más. Y que si no suceden otras cosas es porque no han de suceder. Porque esas otras cosas no han merecido pasar. Y no se puede hacer nada. Tal vez sólo sentarse y esperar. Y mirar la nieve caer. Y esperar que después de la nieve caiga otra cosa. La lluvia. El sol.

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